Hombre sentado en la cama con gesto de preocupación; su pareja se ve al fondo.
Hombre sentado en la cama con gesto de preocupación; su pareja se ve al fondo.

23 dic 2025

Falta de deseo sexual: factores que pueden afectar tu libido (y cómo volver a tu ritmo)

Bienestar sexual

¿Alguna vez te sentiste desconectado/a de tu propio cuerpo? Esa sensación de que algo cambió, pero no sabés bien qué. Pasa más de lo que se dice, y en Kiwell queremos que lo sepas desde el minuto uno: no estás solo/a y no hay nada “roto” en vos.

Tu deseo sexual es tan único como vos. No existe un manual que diga cómo debería ser. Si notás que tu libido fluctúa, es normal. Incluso, algunas estimaciones poblacionales sugieren que el deseo bajo aparece en una parte importante de la gente (por ejemplo, alrededor del 30% de mujeres y entre 14–17% de hombres según etapas de la vida y criterios de medición). Lo importante no es el número: es tu experiencia.

Desde Kiwell te acompañamos sin juicio y sin presión. No se trata de encontrar una solución mágica, sino de entender qué puede estar influyendo en tu energía vital hoy. A veces son factores físicos, otras emocionales, otras el ritmo de vida. Muchas veces… es una mezcla.

Y para eso usamos un enfoque simple, práctico y humano, desde tres pilares: MIND (mente), MOVE (movimiento) y EAT (alimentación). La idea es que puedas volver a tu ritmo natural, sin exigencias.

Introducción: ¿por qué fluctúa el deseo sexual?

El deseo es como las estaciones: viene y va. Mucha gente se pregunta si lo que siente es “normal”, y la respuesta más honesta es que no existe un estándar único.

Al inicio de una relación, la novedad y la conexión emocional suelen empujar el interés hacia arriba. Con el tiempo, la rutina, las responsabilidades y el cansancio pueden cambiar ese impulso.  Eso no significa que algo esté mal, significa que tu cuerpo y tu mente están respondiendo al contexto.

La variabilidad del deseo según etapa y contexto

Al deseo le pega mucho el momento de vida. No porque “seas otra persona”, sino porque tu energía, tu cabeza y tu cuerpo están atravesados por lo que estás viviendo. A veces el cambio es suave, a veces es más marcado, pero casi siempre hay contexto detrás.

Para ubicarte sin compararte ni castigarte, estas son situaciones bastante comunes en las que la libido suele moverse.

Etapa o contexto

Qué suele pasar

Impacto típico en el deseo

Inicio de relación

Novedad, más estímulo, más curiosidad

Suele estar más alto

Relación estable

Rutina, menos novedad, más responsabilidades

Fluctuaciones normales

Cambios fuertes de vida

Estrés laboral, mudanza, duelo, crianza

Puede bajar temporalmente

Etapas hormonales (mujer)

Ciclo, posparto, perimenopausia/menopausia

Puede variar según momento y síntomas

Etapas hormonales (hombre)

Cambios graduales de testosterona con la edad

Puede bajar energía y deseo

Fatiga crónica

Poco sueño, sobrecarga mental, cansancio

Suele bajar bastante

Entendiendo “libido baja”: cuando faltan ganas y no sabés por qué

La disminución del deseo puede sentirse de distintas formas: menos ganas de iniciar, menos fantasías, menos excitación en el momento, o directamente apatía. Y esto es clave: no es tu culpa.

Detrás de estos cambios suelen coexistir varios factores a la vez. Tu cuerpo y tu mente están conectados todo el tiempo, y el deseo no vive en un compartimento aislado: vive en tu energía, en tu estrés, en tu descanso, en tu vínculo, en tu historia.

Señales frecuentes y posibles factores asociados

Cuando estás con menos ganas, lo más común es que la cabeza se vaya a “¿qué me pasa?” y eso meta más presión todavía. En vez de pensarlo como un defecto, sirve mirarlo como una señal: algo en tu sistema está pidiendo ajuste, descanso, cuidado o conversación.

Para bajar la nebulosa y ordenarte, acá tenés ejemplos bien típicos de lo que se siente y de por dónde suele venir la mano.

Lo que podés notar

Posibles factores detrás

Qué podés hacer primero (sin presión)

Menos ganas de iniciar o “cero chispa”

Estrés, cansancio, rutina, baja conexión emocional

Bajar exigencia, micro pausas, charla suave con tu pareja

Menos excitación en el momento

Fatiga, ansiedad, distracción, medicación

Crear contexto (tiempo y calma), revisar hábitos, hablar con profesional si sospechás medicación

Dolor o incomodidad

Sequedad, cambios hormonales u otras causas físicas

Priorizar cuidado físico y consultar profesional (esto es clave)

Menos fantasías o libido “apagada”

Estado de ánimo bajo, estrés sostenido, sobrecarga mental

Volver al cuerpo de a poco: sueño, movimiento amable, placer sin objetivo

Evitar intimidad por presión

Culpa, expectativas, miedo a “rendir”, experiencias previas

Poner límites sanos, reconstruir seguridad, ir gradual

Factores físicos y hormonales que pueden incidir en tu deseo

Tu cuerpo habla, y a veces lo hace a través de señales sutiles.

En mujeres, el ciclo menstrual puede traer variaciones naturales. En etapas como el posparto o la perimenopausia/menopausia, también puede aparecer sequedad, cansancio, cambios en el ánimo o molestias físicas que influyen muchísimo.

En hombres, el paso del tiempo puede traer cambios graduales en testosterona y energía, y eso también se nota en el deseo.

Y sí: la medicación puede jugar un rol. Algunos antidepresivos, por ejemplo, pueden afectar deseo o respuesta sexual en algunas personas. Esto no significa “dejarlos”, significa que si notás una relación clara en el tiempo, lo ideal es hablarlo con un profesional para evaluar opciones.

También hay condiciones de salud que pueden influir (tiroides, diabetes, dolor, etc.). Acá no es para asustarte: es para recordar algo simple y valioso. Si hay dolor, sangrado, molestias persistentes o cambios bruscos, merece atención médica.

Lectura recomendada: Equilibrio energético: cómo alinear mente y cuerpo en tu día a día

Estrés y salud mental: cuando tu sistema está en modo supervivencia

Cuando vivís con estrés constante, tu cuerpo prioriza sobrevivir antes que disfrutar. Si a eso le sumás falta de sueño, fatiga, y carga mental, el deseo suele ser lo primero que se apaga.

La ansiedad puede tensar el cuerpo y desconectarte de las sensaciones. El bajón o la depresión pueden apagar el interés por cosas que antes te gustaban. Y de nuevo: no es “debilidad”, es tu sistema pidiendo cuidado.

En Kiwell lo miramos con ternura: si tu mente está saturada, tu deseo no desaparece; se protege.

Lectura recomendada: Rutinas mentales saludables: pequeños gestos para grandes días

Reconectá con tu deseo con el modelo Kiwell: MIND, MOVE, EAT

No creemos en fórmulas mágicas. Creemos en volver a lo simple, con constancia amable.

Modelo Kiwell aplicado a la libido

En Kiwell no buscamos “forzarte a tener ganas”. Buscamos que recuperes condiciones internas para que el deseo tenga espacio: menos ruido mental, más conexión corporal y energía más estable.

Por eso lo bajamos a tres ejes simples, que podés adaptar a tu vida real. No es hacer todo junto, es elegir un gesto chiquito y sostenerlo con amabilidad.

Pilar Kiwell

Enfoque

Acciones simples (realistas)

Para qué sirve

MIND

Bajar presión y volver al cuerpo

Micro pausas, respiración lenta, autocompasión, explorar placer sin objetivo

Calmar el sistema y abrir espacio para el deseo

MOVE

Movimiento amable (no castigo)

Caminar, yoga suave, bailar, estiramientos cortos

Mejorar energía, ánimo y conexión corporal

EAT

Alimentación que sostenga (sin culpa)

Regularidad, hidratación, comidas simples que te den energía estable

Sostener vitalidad y bienestar general

MIND: bajá la presión

Si te exigís “tener ganas”, es probable que el deseo se esconda más. En cambio, cuando te das permiso para estar como estás, empezás a abrir una puerta.

Probá algo muy chiquito: una micro pausa de dos minutos, sin celu. Respirás, aflojás la mandíbula, bajás los hombros. Y te preguntás: “¿Qué necesito hoy?”. Ese cambio de tono interno, con el tiempo, hace diferencia.

MOVE: volvé al cuerpo de a poquito

Moverte ayuda a circular energía y a sentirte más presente. No hace falta hacer “rutinas perfectas”: alcanza con algo que puedas sostener sin odiarlo. Si te hace bien caminar diez minutos, ya es un montón.

EAT: energía estable, cero culpa

Comer con regularidad, hidratarte, y elegir alimentos que te sostengan es una base. No por control, sino por cuidado. Si vivís a mate y apuro, tu cuerpo te lo va a cobrar en energía (y el deseo suele ir pegado a esa energía).

La importancia de hablarlo: comunicación y límites

Muchísimas veces el deseo se reconstruye mejor cuando hay seguridad emocional. Hablarlo no tiene que ser un “gran anuncio”. Puede ser algo simple, honesto y humano: “Últimamente estoy distinto/a, no es contra vos. Me gustaría que lo miremos juntos.”

Y algo importante: poner límites también es amor. Tener intimidad sin ganas genuinas suele sumar presión y desconexión. Ir de a poco, sin performance, suele abrir más puertas que empujar.

Si sentís que se trabaron en el tema, una terapia individual o de pareja puede ser una herramienta re valiosa.

Conclusión

Tu deseo no define tu valor. Es una parte de tu experiencia, y merece ser tratada con respeto. Si hoy estás en una etapa de pocas ganas, capaz el paso no es “arreglarte”: es escucharte, bajar la presión, sostener tu energía y volver de a poquito.

En Kiwell te acompañamos a reconectar sin culpa y sin exigencias, con herramientas simples y posibles.

FAQ

¿Es normal que el deseo sexual tenga altibajos?

Sí, re. El deseo no es una línea recta. Cambia con el estrés, el descanso, el vínculo, las etapas hormonales y el ritmo de vida. Si hoy estás con menos ganas, no significa que “algo esté mal” en vos.

¿El estrés puede bajarme la libido aunque “esté todo bien” en mi relación?

Totalmente. Cuando estás en modo supervivencia (laburo, mil cosas en la cabeza, poco sueño), el cuerpo prioriza sostenerse antes que disfrutar. No es falta de amor ni falta de “onda”: es carga del sistema.

¿Qué rol juegan las hormonas?

Importan mucho, pero no explican todo. En mujeres, el ciclo, el posparto y la perimenopausia/menopausia pueden cambiar deseo y sensaciones. En hombres, también hay cambios graduales con la edad. Si notás un cambio marcado o síntomas físicos molestos, vale conversarlo con un profesional.

¿Los anticonceptivos o los antidepresivos pueden influir?

Pueden, en algunas personas. Si el cambio empezó justo después de iniciar una medicación o método hormonal, lo ideal es charlarlo con tu médico. No es para cortar nada por tu cuenta, es para buscar la opción que mejor te acompañe.

¿Cómo sé si lo mío es “falta de deseo” o simplemente cansancio?

A veces es lo mismo. Si venís sin energía, con sueño acumulado o saturación mental, el deseo suele bajar como consecuencia. Una pista: si mejorás descanso, bajás un poco el estrés y vuelve algo de interés, era más por “batería baja” que por un problema de fondo.

¿Qué puedo hacer si no tengo ganas, pero igual quiero cuidar el vínculo?

Bajá la presión y negociá cercanía sin objetivo sexual. Abrazo largo, mimos, masajes, dormir juntos, una charla con mate. Es intimidad igual. Muchas veces, reconstruir seguridad y conexión emocional es lo que más ayuda a que el deseo vuelva.

¿Sirve hablarlo con mi pareja o lo empeora?

Suele ayudar un montón si lo planteás desde lo humano, no desde la culpa. Algo como: “Últimamente estoy distinto/a, no es contra vos. Me gustaría que lo atravesemos juntos.” Eso baja ansiedad y evita malentendidos.

¿El modelo Kiwell (MIND, MOVE, EAT) cómo se aplica en la práctica?

MIND es bajar ruido y exigencia con micro pausas y autocompasión. MOVE es moverte amable para volver al cuerpo. EAT es sostener energía estable con hábitos simples y sin culpa. No es una “receta”, es un marco para recuperar vitalidad sin forzarte.

¿Cuándo conviene consultar a un profesional?

Si hay dolor o incomodidad en las relaciones, sangrado, sequedad intensa, cambios bruscos, angustia sostenida, o si esto te está pesando mucho a vos o a la pareja. Pedir ayuda no es exagerar, es cuidarte.

Hombre sentado en la cama con gesto de preocupación; su pareja se ve al fondo.
Hombre sentado en la cama con gesto de preocupación; su pareja se ve al fondo.

23 dic 2025

Falta de deseo sexual: factores que pueden afectar tu libido (y cómo volver a tu ritmo)

Bienestar sexual

¿Alguna vez te sentiste desconectado/a de tu propio cuerpo? Esa sensación de que algo cambió, pero no sabés bien qué. Pasa más de lo que se dice, y en Kiwell queremos que lo sepas desde el minuto uno: no estás solo/a y no hay nada “roto” en vos.

Tu deseo sexual es tan único como vos. No existe un manual que diga cómo debería ser. Si notás que tu libido fluctúa, es normal. Incluso, algunas estimaciones poblacionales sugieren que el deseo bajo aparece en una parte importante de la gente (por ejemplo, alrededor del 30% de mujeres y entre 14–17% de hombres según etapas de la vida y criterios de medición). Lo importante no es el número: es tu experiencia.

Desde Kiwell te acompañamos sin juicio y sin presión. No se trata de encontrar una solución mágica, sino de entender qué puede estar influyendo en tu energía vital hoy. A veces son factores físicos, otras emocionales, otras el ritmo de vida. Muchas veces… es una mezcla.

Y para eso usamos un enfoque simple, práctico y humano, desde tres pilares: MIND (mente), MOVE (movimiento) y EAT (alimentación). La idea es que puedas volver a tu ritmo natural, sin exigencias.

Introducción: ¿por qué fluctúa el deseo sexual?

El deseo es como las estaciones: viene y va. Mucha gente se pregunta si lo que siente es “normal”, y la respuesta más honesta es que no existe un estándar único.

Al inicio de una relación, la novedad y la conexión emocional suelen empujar el interés hacia arriba. Con el tiempo, la rutina, las responsabilidades y el cansancio pueden cambiar ese impulso.  Eso no significa que algo esté mal, significa que tu cuerpo y tu mente están respondiendo al contexto.

La variabilidad del deseo según etapa y contexto

Al deseo le pega mucho el momento de vida. No porque “seas otra persona”, sino porque tu energía, tu cabeza y tu cuerpo están atravesados por lo que estás viviendo. A veces el cambio es suave, a veces es más marcado, pero casi siempre hay contexto detrás.

Para ubicarte sin compararte ni castigarte, estas son situaciones bastante comunes en las que la libido suele moverse.

Etapa o contexto

Qué suele pasar

Impacto típico en el deseo

Inicio de relación

Novedad, más estímulo, más curiosidad

Suele estar más alto

Relación estable

Rutina, menos novedad, más responsabilidades

Fluctuaciones normales

Cambios fuertes de vida

Estrés laboral, mudanza, duelo, crianza

Puede bajar temporalmente

Etapas hormonales (mujer)

Ciclo, posparto, perimenopausia/menopausia

Puede variar según momento y síntomas

Etapas hormonales (hombre)

Cambios graduales de testosterona con la edad

Puede bajar energía y deseo

Fatiga crónica

Poco sueño, sobrecarga mental, cansancio

Suele bajar bastante

Entendiendo “libido baja”: cuando faltan ganas y no sabés por qué

La disminución del deseo puede sentirse de distintas formas: menos ganas de iniciar, menos fantasías, menos excitación en el momento, o directamente apatía. Y esto es clave: no es tu culpa.

Detrás de estos cambios suelen coexistir varios factores a la vez. Tu cuerpo y tu mente están conectados todo el tiempo, y el deseo no vive en un compartimento aislado: vive en tu energía, en tu estrés, en tu descanso, en tu vínculo, en tu historia.

Señales frecuentes y posibles factores asociados

Cuando estás con menos ganas, lo más común es que la cabeza se vaya a “¿qué me pasa?” y eso meta más presión todavía. En vez de pensarlo como un defecto, sirve mirarlo como una señal: algo en tu sistema está pidiendo ajuste, descanso, cuidado o conversación.

Para bajar la nebulosa y ordenarte, acá tenés ejemplos bien típicos de lo que se siente y de por dónde suele venir la mano.

Lo que podés notar

Posibles factores detrás

Qué podés hacer primero (sin presión)

Menos ganas de iniciar o “cero chispa”

Estrés, cansancio, rutina, baja conexión emocional

Bajar exigencia, micro pausas, charla suave con tu pareja

Menos excitación en el momento

Fatiga, ansiedad, distracción, medicación

Crear contexto (tiempo y calma), revisar hábitos, hablar con profesional si sospechás medicación

Dolor o incomodidad

Sequedad, cambios hormonales u otras causas físicas

Priorizar cuidado físico y consultar profesional (esto es clave)

Menos fantasías o libido “apagada”

Estado de ánimo bajo, estrés sostenido, sobrecarga mental

Volver al cuerpo de a poco: sueño, movimiento amable, placer sin objetivo

Evitar intimidad por presión

Culpa, expectativas, miedo a “rendir”, experiencias previas

Poner límites sanos, reconstruir seguridad, ir gradual

Factores físicos y hormonales que pueden incidir en tu deseo

Tu cuerpo habla, y a veces lo hace a través de señales sutiles.

En mujeres, el ciclo menstrual puede traer variaciones naturales. En etapas como el posparto o la perimenopausia/menopausia, también puede aparecer sequedad, cansancio, cambios en el ánimo o molestias físicas que influyen muchísimo.

En hombres, el paso del tiempo puede traer cambios graduales en testosterona y energía, y eso también se nota en el deseo.

Y sí: la medicación puede jugar un rol. Algunos antidepresivos, por ejemplo, pueden afectar deseo o respuesta sexual en algunas personas. Esto no significa “dejarlos”, significa que si notás una relación clara en el tiempo, lo ideal es hablarlo con un profesional para evaluar opciones.

También hay condiciones de salud que pueden influir (tiroides, diabetes, dolor, etc.). Acá no es para asustarte: es para recordar algo simple y valioso. Si hay dolor, sangrado, molestias persistentes o cambios bruscos, merece atención médica.

Lectura recomendada: Equilibrio energético: cómo alinear mente y cuerpo en tu día a día

Estrés y salud mental: cuando tu sistema está en modo supervivencia

Cuando vivís con estrés constante, tu cuerpo prioriza sobrevivir antes que disfrutar. Si a eso le sumás falta de sueño, fatiga, y carga mental, el deseo suele ser lo primero que se apaga.

La ansiedad puede tensar el cuerpo y desconectarte de las sensaciones. El bajón o la depresión pueden apagar el interés por cosas que antes te gustaban. Y de nuevo: no es “debilidad”, es tu sistema pidiendo cuidado.

En Kiwell lo miramos con ternura: si tu mente está saturada, tu deseo no desaparece; se protege.

Lectura recomendada: Rutinas mentales saludables: pequeños gestos para grandes días

Reconectá con tu deseo con el modelo Kiwell: MIND, MOVE, EAT

No creemos en fórmulas mágicas. Creemos en volver a lo simple, con constancia amable.

Modelo Kiwell aplicado a la libido

En Kiwell no buscamos “forzarte a tener ganas”. Buscamos que recuperes condiciones internas para que el deseo tenga espacio: menos ruido mental, más conexión corporal y energía más estable.

Por eso lo bajamos a tres ejes simples, que podés adaptar a tu vida real. No es hacer todo junto, es elegir un gesto chiquito y sostenerlo con amabilidad.

Pilar Kiwell

Enfoque

Acciones simples (realistas)

Para qué sirve

MIND

Bajar presión y volver al cuerpo

Micro pausas, respiración lenta, autocompasión, explorar placer sin objetivo

Calmar el sistema y abrir espacio para el deseo

MOVE

Movimiento amable (no castigo)

Caminar, yoga suave, bailar, estiramientos cortos

Mejorar energía, ánimo y conexión corporal

EAT

Alimentación que sostenga (sin culpa)

Regularidad, hidratación, comidas simples que te den energía estable

Sostener vitalidad y bienestar general

MIND: bajá la presión

Si te exigís “tener ganas”, es probable que el deseo se esconda más. En cambio, cuando te das permiso para estar como estás, empezás a abrir una puerta.

Probá algo muy chiquito: una micro pausa de dos minutos, sin celu. Respirás, aflojás la mandíbula, bajás los hombros. Y te preguntás: “¿Qué necesito hoy?”. Ese cambio de tono interno, con el tiempo, hace diferencia.

MOVE: volvé al cuerpo de a poquito

Moverte ayuda a circular energía y a sentirte más presente. No hace falta hacer “rutinas perfectas”: alcanza con algo que puedas sostener sin odiarlo. Si te hace bien caminar diez minutos, ya es un montón.

EAT: energía estable, cero culpa

Comer con regularidad, hidratarte, y elegir alimentos que te sostengan es una base. No por control, sino por cuidado. Si vivís a mate y apuro, tu cuerpo te lo va a cobrar en energía (y el deseo suele ir pegado a esa energía).

La importancia de hablarlo: comunicación y límites

Muchísimas veces el deseo se reconstruye mejor cuando hay seguridad emocional. Hablarlo no tiene que ser un “gran anuncio”. Puede ser algo simple, honesto y humano: “Últimamente estoy distinto/a, no es contra vos. Me gustaría que lo miremos juntos.”

Y algo importante: poner límites también es amor. Tener intimidad sin ganas genuinas suele sumar presión y desconexión. Ir de a poco, sin performance, suele abrir más puertas que empujar.

Si sentís que se trabaron en el tema, una terapia individual o de pareja puede ser una herramienta re valiosa.

Conclusión

Tu deseo no define tu valor. Es una parte de tu experiencia, y merece ser tratada con respeto. Si hoy estás en una etapa de pocas ganas, capaz el paso no es “arreglarte”: es escucharte, bajar la presión, sostener tu energía y volver de a poquito.

En Kiwell te acompañamos a reconectar sin culpa y sin exigencias, con herramientas simples y posibles.

FAQ

¿Es normal que el deseo sexual tenga altibajos?

Sí, re. El deseo no es una línea recta. Cambia con el estrés, el descanso, el vínculo, las etapas hormonales y el ritmo de vida. Si hoy estás con menos ganas, no significa que “algo esté mal” en vos.

¿El estrés puede bajarme la libido aunque “esté todo bien” en mi relación?

Totalmente. Cuando estás en modo supervivencia (laburo, mil cosas en la cabeza, poco sueño), el cuerpo prioriza sostenerse antes que disfrutar. No es falta de amor ni falta de “onda”: es carga del sistema.

¿Qué rol juegan las hormonas?

Importan mucho, pero no explican todo. En mujeres, el ciclo, el posparto y la perimenopausia/menopausia pueden cambiar deseo y sensaciones. En hombres, también hay cambios graduales con la edad. Si notás un cambio marcado o síntomas físicos molestos, vale conversarlo con un profesional.

¿Los anticonceptivos o los antidepresivos pueden influir?

Pueden, en algunas personas. Si el cambio empezó justo después de iniciar una medicación o método hormonal, lo ideal es charlarlo con tu médico. No es para cortar nada por tu cuenta, es para buscar la opción que mejor te acompañe.

¿Cómo sé si lo mío es “falta de deseo” o simplemente cansancio?

A veces es lo mismo. Si venís sin energía, con sueño acumulado o saturación mental, el deseo suele bajar como consecuencia. Una pista: si mejorás descanso, bajás un poco el estrés y vuelve algo de interés, era más por “batería baja” que por un problema de fondo.

¿Qué puedo hacer si no tengo ganas, pero igual quiero cuidar el vínculo?

Bajá la presión y negociá cercanía sin objetivo sexual. Abrazo largo, mimos, masajes, dormir juntos, una charla con mate. Es intimidad igual. Muchas veces, reconstruir seguridad y conexión emocional es lo que más ayuda a que el deseo vuelva.

¿Sirve hablarlo con mi pareja o lo empeora?

Suele ayudar un montón si lo planteás desde lo humano, no desde la culpa. Algo como: “Últimamente estoy distinto/a, no es contra vos. Me gustaría que lo atravesemos juntos.” Eso baja ansiedad y evita malentendidos.

¿El modelo Kiwell (MIND, MOVE, EAT) cómo se aplica en la práctica?

MIND es bajar ruido y exigencia con micro pausas y autocompasión. MOVE es moverte amable para volver al cuerpo. EAT es sostener energía estable con hábitos simples y sin culpa. No es una “receta”, es un marco para recuperar vitalidad sin forzarte.

¿Cuándo conviene consultar a un profesional?

Si hay dolor o incomodidad en las relaciones, sangrado, sequedad intensa, cambios bruscos, angustia sostenida, o si esto te está pesando mucho a vos o a la pareja. Pedir ayuda no es exagerar, es cuidarte.

Hombre sentado en la cama con gesto de preocupación; su pareja se ve al fondo.
Hombre sentado en la cama con gesto de preocupación; su pareja se ve al fondo.

23 dic 2025

Falta de deseo sexual: factores que pueden afectar tu libido (y cómo volver a tu ritmo)

Bienestar sexual

¿Alguna vez te sentiste desconectado/a de tu propio cuerpo? Esa sensación de que algo cambió, pero no sabés bien qué. Pasa más de lo que se dice, y en Kiwell queremos que lo sepas desde el minuto uno: no estás solo/a y no hay nada “roto” en vos.

Tu deseo sexual es tan único como vos. No existe un manual que diga cómo debería ser. Si notás que tu libido fluctúa, es normal. Incluso, algunas estimaciones poblacionales sugieren que el deseo bajo aparece en una parte importante de la gente (por ejemplo, alrededor del 30% de mujeres y entre 14–17% de hombres según etapas de la vida y criterios de medición). Lo importante no es el número: es tu experiencia.

Desde Kiwell te acompañamos sin juicio y sin presión. No se trata de encontrar una solución mágica, sino de entender qué puede estar influyendo en tu energía vital hoy. A veces son factores físicos, otras emocionales, otras el ritmo de vida. Muchas veces… es una mezcla.

Y para eso usamos un enfoque simple, práctico y humano, desde tres pilares: MIND (mente), MOVE (movimiento) y EAT (alimentación). La idea es que puedas volver a tu ritmo natural, sin exigencias.

Introducción: ¿por qué fluctúa el deseo sexual?

El deseo es como las estaciones: viene y va. Mucha gente se pregunta si lo que siente es “normal”, y la respuesta más honesta es que no existe un estándar único.

Al inicio de una relación, la novedad y la conexión emocional suelen empujar el interés hacia arriba. Con el tiempo, la rutina, las responsabilidades y el cansancio pueden cambiar ese impulso.  Eso no significa que algo esté mal, significa que tu cuerpo y tu mente están respondiendo al contexto.

La variabilidad del deseo según etapa y contexto

Al deseo le pega mucho el momento de vida. No porque “seas otra persona”, sino porque tu energía, tu cabeza y tu cuerpo están atravesados por lo que estás viviendo. A veces el cambio es suave, a veces es más marcado, pero casi siempre hay contexto detrás.

Para ubicarte sin compararte ni castigarte, estas son situaciones bastante comunes en las que la libido suele moverse.

Etapa o contexto

Qué suele pasar

Impacto típico en el deseo

Inicio de relación

Novedad, más estímulo, más curiosidad

Suele estar más alto

Relación estable

Rutina, menos novedad, más responsabilidades

Fluctuaciones normales

Cambios fuertes de vida

Estrés laboral, mudanza, duelo, crianza

Puede bajar temporalmente

Etapas hormonales (mujer)

Ciclo, posparto, perimenopausia/menopausia

Puede variar según momento y síntomas

Etapas hormonales (hombre)

Cambios graduales de testosterona con la edad

Puede bajar energía y deseo

Fatiga crónica

Poco sueño, sobrecarga mental, cansancio

Suele bajar bastante

Entendiendo “libido baja”: cuando faltan ganas y no sabés por qué

La disminución del deseo puede sentirse de distintas formas: menos ganas de iniciar, menos fantasías, menos excitación en el momento, o directamente apatía. Y esto es clave: no es tu culpa.

Detrás de estos cambios suelen coexistir varios factores a la vez. Tu cuerpo y tu mente están conectados todo el tiempo, y el deseo no vive en un compartimento aislado: vive en tu energía, en tu estrés, en tu descanso, en tu vínculo, en tu historia.

Señales frecuentes y posibles factores asociados

Cuando estás con menos ganas, lo más común es que la cabeza se vaya a “¿qué me pasa?” y eso meta más presión todavía. En vez de pensarlo como un defecto, sirve mirarlo como una señal: algo en tu sistema está pidiendo ajuste, descanso, cuidado o conversación.

Para bajar la nebulosa y ordenarte, acá tenés ejemplos bien típicos de lo que se siente y de por dónde suele venir la mano.

Lo que podés notar

Posibles factores detrás

Qué podés hacer primero (sin presión)

Menos ganas de iniciar o “cero chispa”

Estrés, cansancio, rutina, baja conexión emocional

Bajar exigencia, micro pausas, charla suave con tu pareja

Menos excitación en el momento

Fatiga, ansiedad, distracción, medicación

Crear contexto (tiempo y calma), revisar hábitos, hablar con profesional si sospechás medicación

Dolor o incomodidad

Sequedad, cambios hormonales u otras causas físicas

Priorizar cuidado físico y consultar profesional (esto es clave)

Menos fantasías o libido “apagada”

Estado de ánimo bajo, estrés sostenido, sobrecarga mental

Volver al cuerpo de a poco: sueño, movimiento amable, placer sin objetivo

Evitar intimidad por presión

Culpa, expectativas, miedo a “rendir”, experiencias previas

Poner límites sanos, reconstruir seguridad, ir gradual

Factores físicos y hormonales que pueden incidir en tu deseo

Tu cuerpo habla, y a veces lo hace a través de señales sutiles.

En mujeres, el ciclo menstrual puede traer variaciones naturales. En etapas como el posparto o la perimenopausia/menopausia, también puede aparecer sequedad, cansancio, cambios en el ánimo o molestias físicas que influyen muchísimo.

En hombres, el paso del tiempo puede traer cambios graduales en testosterona y energía, y eso también se nota en el deseo.

Y sí: la medicación puede jugar un rol. Algunos antidepresivos, por ejemplo, pueden afectar deseo o respuesta sexual en algunas personas. Esto no significa “dejarlos”, significa que si notás una relación clara en el tiempo, lo ideal es hablarlo con un profesional para evaluar opciones.

También hay condiciones de salud que pueden influir (tiroides, diabetes, dolor, etc.). Acá no es para asustarte: es para recordar algo simple y valioso. Si hay dolor, sangrado, molestias persistentes o cambios bruscos, merece atención médica.

Lectura recomendada: Equilibrio energético: cómo alinear mente y cuerpo en tu día a día

Estrés y salud mental: cuando tu sistema está en modo supervivencia

Cuando vivís con estrés constante, tu cuerpo prioriza sobrevivir antes que disfrutar. Si a eso le sumás falta de sueño, fatiga, y carga mental, el deseo suele ser lo primero que se apaga.

La ansiedad puede tensar el cuerpo y desconectarte de las sensaciones. El bajón o la depresión pueden apagar el interés por cosas que antes te gustaban. Y de nuevo: no es “debilidad”, es tu sistema pidiendo cuidado.

En Kiwell lo miramos con ternura: si tu mente está saturada, tu deseo no desaparece; se protege.

Lectura recomendada: Rutinas mentales saludables: pequeños gestos para grandes días

Reconectá con tu deseo con el modelo Kiwell: MIND, MOVE, EAT

No creemos en fórmulas mágicas. Creemos en volver a lo simple, con constancia amable.

Modelo Kiwell aplicado a la libido

En Kiwell no buscamos “forzarte a tener ganas”. Buscamos que recuperes condiciones internas para que el deseo tenga espacio: menos ruido mental, más conexión corporal y energía más estable.

Por eso lo bajamos a tres ejes simples, que podés adaptar a tu vida real. No es hacer todo junto, es elegir un gesto chiquito y sostenerlo con amabilidad.

Pilar Kiwell

Enfoque

Acciones simples (realistas)

Para qué sirve

MIND

Bajar presión y volver al cuerpo

Micro pausas, respiración lenta, autocompasión, explorar placer sin objetivo

Calmar el sistema y abrir espacio para el deseo

MOVE

Movimiento amable (no castigo)

Caminar, yoga suave, bailar, estiramientos cortos

Mejorar energía, ánimo y conexión corporal

EAT

Alimentación que sostenga (sin culpa)

Regularidad, hidratación, comidas simples que te den energía estable

Sostener vitalidad y bienestar general

MIND: bajá la presión

Si te exigís “tener ganas”, es probable que el deseo se esconda más. En cambio, cuando te das permiso para estar como estás, empezás a abrir una puerta.

Probá algo muy chiquito: una micro pausa de dos minutos, sin celu. Respirás, aflojás la mandíbula, bajás los hombros. Y te preguntás: “¿Qué necesito hoy?”. Ese cambio de tono interno, con el tiempo, hace diferencia.

MOVE: volvé al cuerpo de a poquito

Moverte ayuda a circular energía y a sentirte más presente. No hace falta hacer “rutinas perfectas”: alcanza con algo que puedas sostener sin odiarlo. Si te hace bien caminar diez minutos, ya es un montón.

EAT: energía estable, cero culpa

Comer con regularidad, hidratarte, y elegir alimentos que te sostengan es una base. No por control, sino por cuidado. Si vivís a mate y apuro, tu cuerpo te lo va a cobrar en energía (y el deseo suele ir pegado a esa energía).

La importancia de hablarlo: comunicación y límites

Muchísimas veces el deseo se reconstruye mejor cuando hay seguridad emocional. Hablarlo no tiene que ser un “gran anuncio”. Puede ser algo simple, honesto y humano: “Últimamente estoy distinto/a, no es contra vos. Me gustaría que lo miremos juntos.”

Y algo importante: poner límites también es amor. Tener intimidad sin ganas genuinas suele sumar presión y desconexión. Ir de a poco, sin performance, suele abrir más puertas que empujar.

Si sentís que se trabaron en el tema, una terapia individual o de pareja puede ser una herramienta re valiosa.

Conclusión

Tu deseo no define tu valor. Es una parte de tu experiencia, y merece ser tratada con respeto. Si hoy estás en una etapa de pocas ganas, capaz el paso no es “arreglarte”: es escucharte, bajar la presión, sostener tu energía y volver de a poquito.

En Kiwell te acompañamos a reconectar sin culpa y sin exigencias, con herramientas simples y posibles.

FAQ

¿Es normal que el deseo sexual tenga altibajos?

Sí, re. El deseo no es una línea recta. Cambia con el estrés, el descanso, el vínculo, las etapas hormonales y el ritmo de vida. Si hoy estás con menos ganas, no significa que “algo esté mal” en vos.

¿El estrés puede bajarme la libido aunque “esté todo bien” en mi relación?

Totalmente. Cuando estás en modo supervivencia (laburo, mil cosas en la cabeza, poco sueño), el cuerpo prioriza sostenerse antes que disfrutar. No es falta de amor ni falta de “onda”: es carga del sistema.

¿Qué rol juegan las hormonas?

Importan mucho, pero no explican todo. En mujeres, el ciclo, el posparto y la perimenopausia/menopausia pueden cambiar deseo y sensaciones. En hombres, también hay cambios graduales con la edad. Si notás un cambio marcado o síntomas físicos molestos, vale conversarlo con un profesional.

¿Los anticonceptivos o los antidepresivos pueden influir?

Pueden, en algunas personas. Si el cambio empezó justo después de iniciar una medicación o método hormonal, lo ideal es charlarlo con tu médico. No es para cortar nada por tu cuenta, es para buscar la opción que mejor te acompañe.

¿Cómo sé si lo mío es “falta de deseo” o simplemente cansancio?

A veces es lo mismo. Si venís sin energía, con sueño acumulado o saturación mental, el deseo suele bajar como consecuencia. Una pista: si mejorás descanso, bajás un poco el estrés y vuelve algo de interés, era más por “batería baja” que por un problema de fondo.

¿Qué puedo hacer si no tengo ganas, pero igual quiero cuidar el vínculo?

Bajá la presión y negociá cercanía sin objetivo sexual. Abrazo largo, mimos, masajes, dormir juntos, una charla con mate. Es intimidad igual. Muchas veces, reconstruir seguridad y conexión emocional es lo que más ayuda a que el deseo vuelva.

¿Sirve hablarlo con mi pareja o lo empeora?

Suele ayudar un montón si lo planteás desde lo humano, no desde la culpa. Algo como: “Últimamente estoy distinto/a, no es contra vos. Me gustaría que lo atravesemos juntos.” Eso baja ansiedad y evita malentendidos.

¿El modelo Kiwell (MIND, MOVE, EAT) cómo se aplica en la práctica?

MIND es bajar ruido y exigencia con micro pausas y autocompasión. MOVE es moverte amable para volver al cuerpo. EAT es sostener energía estable con hábitos simples y sin culpa. No es una “receta”, es un marco para recuperar vitalidad sin forzarte.

¿Cuándo conviene consultar a un profesional?

Si hay dolor o incomodidad en las relaciones, sangrado, sequedad intensa, cambios bruscos, angustia sostenida, o si esto te está pesando mucho a vos o a la pareja. Pedir ayuda no es exagerar, es cuidarte.

Hombre sentado en la cama con gesto de preocupación; su pareja se ve al fondo.
Hombre sentado en la cama con gesto de preocupación; su pareja se ve al fondo.

23 dic 2025

Falta de deseo sexual: factores que pueden afectar tu libido (y cómo volver a tu ritmo)

Bienestar sexual

¿Alguna vez te sentiste desconectado/a de tu propio cuerpo? Esa sensación de que algo cambió, pero no sabés bien qué. Pasa más de lo que se dice, y en Kiwell queremos que lo sepas desde el minuto uno: no estás solo/a y no hay nada “roto” en vos.

Tu deseo sexual es tan único como vos. No existe un manual que diga cómo debería ser. Si notás que tu libido fluctúa, es normal. Incluso, algunas estimaciones poblacionales sugieren que el deseo bajo aparece en una parte importante de la gente (por ejemplo, alrededor del 30% de mujeres y entre 14–17% de hombres según etapas de la vida y criterios de medición). Lo importante no es el número: es tu experiencia.

Desde Kiwell te acompañamos sin juicio y sin presión. No se trata de encontrar una solución mágica, sino de entender qué puede estar influyendo en tu energía vital hoy. A veces son factores físicos, otras emocionales, otras el ritmo de vida. Muchas veces… es una mezcla.

Y para eso usamos un enfoque simple, práctico y humano, desde tres pilares: MIND (mente), MOVE (movimiento) y EAT (alimentación). La idea es que puedas volver a tu ritmo natural, sin exigencias.

Introducción: ¿por qué fluctúa el deseo sexual?

El deseo es como las estaciones: viene y va. Mucha gente se pregunta si lo que siente es “normal”, y la respuesta más honesta es que no existe un estándar único.

Al inicio de una relación, la novedad y la conexión emocional suelen empujar el interés hacia arriba. Con el tiempo, la rutina, las responsabilidades y el cansancio pueden cambiar ese impulso.  Eso no significa que algo esté mal, significa que tu cuerpo y tu mente están respondiendo al contexto.

La variabilidad del deseo según etapa y contexto

Al deseo le pega mucho el momento de vida. No porque “seas otra persona”, sino porque tu energía, tu cabeza y tu cuerpo están atravesados por lo que estás viviendo. A veces el cambio es suave, a veces es más marcado, pero casi siempre hay contexto detrás.

Para ubicarte sin compararte ni castigarte, estas son situaciones bastante comunes en las que la libido suele moverse.

Etapa o contexto

Qué suele pasar

Impacto típico en el deseo

Inicio de relación

Novedad, más estímulo, más curiosidad

Suele estar más alto

Relación estable

Rutina, menos novedad, más responsabilidades

Fluctuaciones normales

Cambios fuertes de vida

Estrés laboral, mudanza, duelo, crianza

Puede bajar temporalmente

Etapas hormonales (mujer)

Ciclo, posparto, perimenopausia/menopausia

Puede variar según momento y síntomas

Etapas hormonales (hombre)

Cambios graduales de testosterona con la edad

Puede bajar energía y deseo

Fatiga crónica

Poco sueño, sobrecarga mental, cansancio

Suele bajar bastante

Entendiendo “libido baja”: cuando faltan ganas y no sabés por qué

La disminución del deseo puede sentirse de distintas formas: menos ganas de iniciar, menos fantasías, menos excitación en el momento, o directamente apatía. Y esto es clave: no es tu culpa.

Detrás de estos cambios suelen coexistir varios factores a la vez. Tu cuerpo y tu mente están conectados todo el tiempo, y el deseo no vive en un compartimento aislado: vive en tu energía, en tu estrés, en tu descanso, en tu vínculo, en tu historia.

Señales frecuentes y posibles factores asociados

Cuando estás con menos ganas, lo más común es que la cabeza se vaya a “¿qué me pasa?” y eso meta más presión todavía. En vez de pensarlo como un defecto, sirve mirarlo como una señal: algo en tu sistema está pidiendo ajuste, descanso, cuidado o conversación.

Para bajar la nebulosa y ordenarte, acá tenés ejemplos bien típicos de lo que se siente y de por dónde suele venir la mano.

Lo que podés notar

Posibles factores detrás

Qué podés hacer primero (sin presión)

Menos ganas de iniciar o “cero chispa”

Estrés, cansancio, rutina, baja conexión emocional

Bajar exigencia, micro pausas, charla suave con tu pareja

Menos excitación en el momento

Fatiga, ansiedad, distracción, medicación

Crear contexto (tiempo y calma), revisar hábitos, hablar con profesional si sospechás medicación

Dolor o incomodidad

Sequedad, cambios hormonales u otras causas físicas

Priorizar cuidado físico y consultar profesional (esto es clave)

Menos fantasías o libido “apagada”

Estado de ánimo bajo, estrés sostenido, sobrecarga mental

Volver al cuerpo de a poco: sueño, movimiento amable, placer sin objetivo

Evitar intimidad por presión

Culpa, expectativas, miedo a “rendir”, experiencias previas

Poner límites sanos, reconstruir seguridad, ir gradual

Factores físicos y hormonales que pueden incidir en tu deseo

Tu cuerpo habla, y a veces lo hace a través de señales sutiles.

En mujeres, el ciclo menstrual puede traer variaciones naturales. En etapas como el posparto o la perimenopausia/menopausia, también puede aparecer sequedad, cansancio, cambios en el ánimo o molestias físicas que influyen muchísimo.

En hombres, el paso del tiempo puede traer cambios graduales en testosterona y energía, y eso también se nota en el deseo.

Y sí: la medicación puede jugar un rol. Algunos antidepresivos, por ejemplo, pueden afectar deseo o respuesta sexual en algunas personas. Esto no significa “dejarlos”, significa que si notás una relación clara en el tiempo, lo ideal es hablarlo con un profesional para evaluar opciones.

También hay condiciones de salud que pueden influir (tiroides, diabetes, dolor, etc.). Acá no es para asustarte: es para recordar algo simple y valioso. Si hay dolor, sangrado, molestias persistentes o cambios bruscos, merece atención médica.

Lectura recomendada: Equilibrio energético: cómo alinear mente y cuerpo en tu día a día

Estrés y salud mental: cuando tu sistema está en modo supervivencia

Cuando vivís con estrés constante, tu cuerpo prioriza sobrevivir antes que disfrutar. Si a eso le sumás falta de sueño, fatiga, y carga mental, el deseo suele ser lo primero que se apaga.

La ansiedad puede tensar el cuerpo y desconectarte de las sensaciones. El bajón o la depresión pueden apagar el interés por cosas que antes te gustaban. Y de nuevo: no es “debilidad”, es tu sistema pidiendo cuidado.

En Kiwell lo miramos con ternura: si tu mente está saturada, tu deseo no desaparece; se protege.

Lectura recomendada: Rutinas mentales saludables: pequeños gestos para grandes días

Reconectá con tu deseo con el modelo Kiwell: MIND, MOVE, EAT

No creemos en fórmulas mágicas. Creemos en volver a lo simple, con constancia amable.

Modelo Kiwell aplicado a la libido

En Kiwell no buscamos “forzarte a tener ganas”. Buscamos que recuperes condiciones internas para que el deseo tenga espacio: menos ruido mental, más conexión corporal y energía más estable.

Por eso lo bajamos a tres ejes simples, que podés adaptar a tu vida real. No es hacer todo junto, es elegir un gesto chiquito y sostenerlo con amabilidad.

Pilar Kiwell

Enfoque

Acciones simples (realistas)

Para qué sirve

MIND

Bajar presión y volver al cuerpo

Micro pausas, respiración lenta, autocompasión, explorar placer sin objetivo

Calmar el sistema y abrir espacio para el deseo

MOVE

Movimiento amable (no castigo)

Caminar, yoga suave, bailar, estiramientos cortos

Mejorar energía, ánimo y conexión corporal

EAT

Alimentación que sostenga (sin culpa)

Regularidad, hidratación, comidas simples que te den energía estable

Sostener vitalidad y bienestar general

MIND: bajá la presión

Si te exigís “tener ganas”, es probable que el deseo se esconda más. En cambio, cuando te das permiso para estar como estás, empezás a abrir una puerta.

Probá algo muy chiquito: una micro pausa de dos minutos, sin celu. Respirás, aflojás la mandíbula, bajás los hombros. Y te preguntás: “¿Qué necesito hoy?”. Ese cambio de tono interno, con el tiempo, hace diferencia.

MOVE: volvé al cuerpo de a poquito

Moverte ayuda a circular energía y a sentirte más presente. No hace falta hacer “rutinas perfectas”: alcanza con algo que puedas sostener sin odiarlo. Si te hace bien caminar diez minutos, ya es un montón.

EAT: energía estable, cero culpa

Comer con regularidad, hidratarte, y elegir alimentos que te sostengan es una base. No por control, sino por cuidado. Si vivís a mate y apuro, tu cuerpo te lo va a cobrar en energía (y el deseo suele ir pegado a esa energía).

La importancia de hablarlo: comunicación y límites

Muchísimas veces el deseo se reconstruye mejor cuando hay seguridad emocional. Hablarlo no tiene que ser un “gran anuncio”. Puede ser algo simple, honesto y humano: “Últimamente estoy distinto/a, no es contra vos. Me gustaría que lo miremos juntos.”

Y algo importante: poner límites también es amor. Tener intimidad sin ganas genuinas suele sumar presión y desconexión. Ir de a poco, sin performance, suele abrir más puertas que empujar.

Si sentís que se trabaron en el tema, una terapia individual o de pareja puede ser una herramienta re valiosa.

Conclusión

Tu deseo no define tu valor. Es una parte de tu experiencia, y merece ser tratada con respeto. Si hoy estás en una etapa de pocas ganas, capaz el paso no es “arreglarte”: es escucharte, bajar la presión, sostener tu energía y volver de a poquito.

En Kiwell te acompañamos a reconectar sin culpa y sin exigencias, con herramientas simples y posibles.

FAQ

¿Es normal que el deseo sexual tenga altibajos?

Sí, re. El deseo no es una línea recta. Cambia con el estrés, el descanso, el vínculo, las etapas hormonales y el ritmo de vida. Si hoy estás con menos ganas, no significa que “algo esté mal” en vos.

¿El estrés puede bajarme la libido aunque “esté todo bien” en mi relación?

Totalmente. Cuando estás en modo supervivencia (laburo, mil cosas en la cabeza, poco sueño), el cuerpo prioriza sostenerse antes que disfrutar. No es falta de amor ni falta de “onda”: es carga del sistema.

¿Qué rol juegan las hormonas?

Importan mucho, pero no explican todo. En mujeres, el ciclo, el posparto y la perimenopausia/menopausia pueden cambiar deseo y sensaciones. En hombres, también hay cambios graduales con la edad. Si notás un cambio marcado o síntomas físicos molestos, vale conversarlo con un profesional.

¿Los anticonceptivos o los antidepresivos pueden influir?

Pueden, en algunas personas. Si el cambio empezó justo después de iniciar una medicación o método hormonal, lo ideal es charlarlo con tu médico. No es para cortar nada por tu cuenta, es para buscar la opción que mejor te acompañe.

¿Cómo sé si lo mío es “falta de deseo” o simplemente cansancio?

A veces es lo mismo. Si venís sin energía, con sueño acumulado o saturación mental, el deseo suele bajar como consecuencia. Una pista: si mejorás descanso, bajás un poco el estrés y vuelve algo de interés, era más por “batería baja” que por un problema de fondo.

¿Qué puedo hacer si no tengo ganas, pero igual quiero cuidar el vínculo?

Bajá la presión y negociá cercanía sin objetivo sexual. Abrazo largo, mimos, masajes, dormir juntos, una charla con mate. Es intimidad igual. Muchas veces, reconstruir seguridad y conexión emocional es lo que más ayuda a que el deseo vuelva.

¿Sirve hablarlo con mi pareja o lo empeora?

Suele ayudar un montón si lo planteás desde lo humano, no desde la culpa. Algo como: “Últimamente estoy distinto/a, no es contra vos. Me gustaría que lo atravesemos juntos.” Eso baja ansiedad y evita malentendidos.

¿El modelo Kiwell (MIND, MOVE, EAT) cómo se aplica en la práctica?

MIND es bajar ruido y exigencia con micro pausas y autocompasión. MOVE es moverte amable para volver al cuerpo. EAT es sostener energía estable con hábitos simples y sin culpa. No es una “receta”, es un marco para recuperar vitalidad sin forzarte.

¿Cuándo conviene consultar a un profesional?

Si hay dolor o incomodidad en las relaciones, sangrado, sequedad intensa, cambios bruscos, angustia sostenida, o si esto te está pesando mucho a vos o a la pareja. Pedir ayuda no es exagerar, es cuidarte.